Autoritarismo, armamentismo y pérdida de fuerza ley: la tendencia de nuestro tiempo

El “reloj de la historia” está marcando hacia atrás. Esa expresión podría, en términos coloquiales, sintetizar la tendencia de autoritarismo, armamentismo y pérdida de fuerza ley que caracteriza este tiempo. “Nuestro tiempo”, como solía referir Ortega y Gasset. Los ejemplos abundan. Cobijada por una aguda crisis económica, explicada por su débil infraestructura industrial y una narcótica dependencia de gas y petróleo, Rusia, destaca en primer lugar. Su férreo régimen otorga a Putin la condición de autoritario. Toma posesión forzosa de tierras enteras, amenaza países bálticos, encarcela billonarios opositores, destruye negocios soportado en decisiones tributarias, envenena enemigos, acalla la oposición, extermina a la prensa libre y canaliza su visión a través de su propio medio Russia Today, esto es, las tácticas de la vieja nomenclatura soviética y su brazo represivo de la KGB. Al mismo tiempo, desarrolla una pesada industria armamentística tal como aviones cazas, armamento ligero, sofisticados tanques de guerra (solo los británicos han expresado públicamente su preocupación por los supertank) y una exhaustiva guerra cibernética. Todo ello, “con la ley en sus manos”. Él es la ley. Su reelección se halla descontada. Ningún ajedrecista calculador, así éste se llame Kasparov, lo detendrá.

Pero Putin es un “dictadorzuelo” si se compara en estatura con el “core leader”, Xi Jingpin. Con su sonrisa contenida, con los labios cerrados, que esconde síntomas de enfermedad dental, propio de población en países asiáticos, Xi es un “autoritario partidista”. Amparado en su campaña de anticorrupción, la “Inquisición China”, encarcela opositores, intimida libres pensadores y demanda absoluta lealtad. Es decir, se ha apoderado de las riendas de poder del partido político chino. Su músculo militar es impresionante: “aviones fantasmas”, porta-aviones y guerra cibernética. A ello se suma el afán expansionista espacial, su ánimo de poner una base lunar. El fracaso de Jade, primer robot móvil lunar, no lo desanima. Al mismo tiempo, con su política de nine dash line, ha demarcado su influencia en el mar de China, redibujando las fronteras marítimas, construyendo bases militares en posesiones forzosas o arbitrarias en ultramar, intimidando países vecinos o conquistándolos con billonarias inversiones, como en el caso de Duterte, el vulgar presidente filipino. “China es un país grande y los demás países son pequeños: eso es un hecho”, sentenció un viceministro chino en un foro asiático un año atrás. Naturalmente, para que esta situación se consolide, la ley la determina el “core leader”, eso es un hecho. Basta preguntarles a sus opositores políticos, ya en la cárcel o sometidos a kafkianos procesos judiciales, adelantados en la absoluta “penumbra”, de la cual emergen para interminables períodos en prisiones que ignoran elementales condiciones de dignidad.

Bañada en billones, amparada en la secrecía del gasto, soportada en una versión extrema y represiva del Islam, la autoritaria clase real de Arabia Saudí, es otro ejemplo. Lidiando con una trasformación impulsada por el hijo del actual rey saudí, Saudi Arabia’s Vision for 2030, refleja la contradicción de una sociedad basada en una lectura ortodoxa y ad hoc de textos religiosos, financiada por reservas menguantes provenientes del petróleo, administrados por la empresa comercialmente más valiosa del planeta, Aramco, que pretende dar un “salto al futuro”. Sin embargo, cambiar la costumbre de una sociedad enteramente subsidiada por el ingreso petrolero, a cambio de lealtad política para la clase real gobernante, cohonestada por los intérpretes religiosos, es un esfuerzo con elevados riesgos. No sólo porque el funcionario público que solo trabaja una hora diaria se opondrá. También porque su expansión militar, apoyada en compra masiva de armamento, torpemente calculada, condujo a un fracaso en Yemen, todo ello con la mirada atenta de su archirrival religioso, Irán. Allí, la ley la determina un oscurantista sistema de lectura religioso que solo beneficia los intereses de la clase real dominante que no permite que sus profundas grietas internas salgan a la luz pública. Los tímidos intentos de permitir a las mujeres conducir y votar, así como no asediarles por la policía religiosa en centros comerciales por no usar el atuendo para ellas destinados, son apenas corroboraciones de la existencia de un oscuro régimen autoritario, que crecientemente se apoya en expresiones armadas para no desnudar sus graves fracturas internas, y en los que la ley se interpreta por parte de cleros religiosos en pro de mantener el régimen autoritario.

Pequeño, pero no por ello menos peligroso. De conductor de buseta a conductor de fracaso país. Maduro, el primer “rehén político” de Venezuela, entregó poder a la boli-burguesía militar, como único recurso para mantenerse en el palacio de Miraflores. Sus artimañas de desconocer la asamblea nacional y entregar el presupuesto a la Corte para su revisión, el amedrentamiento a la oposición, el encarcelamiento de líderes opositores, el uso abusivo de facultades legislativas extraordinarias como medio para gobernar, la compra masiva de armamento ruso y la cancelación de un voto de recall, lo hacen el ejemplo latinoamericano de autoritario, así este no sea más que un pusilánime y enjundioso títere.

Soft power, por el contrario, parece ser la estrategia de Ortega, mejor, de Rosario, la “mujer detrás del hombre”. Ortega ya amasó más tiempo en el poder que al tirano que ayudó a derrocar, Somoza. De igual modo, a través de la “piñata”, como se llamó a carnaval de corrupción en Nicaragua al apoderarse de bines públicos, amasó una fortuna que lo ha convertido en uno de los hombres más ricos de su país. Calló la oposición, puso a sus hijos a dirigir los medios de comunicación y a liderar el mítico proyecto de canal interoceánico, ejecutado por un gris personaje chino, como todos los hombres de negocios chinos. Sin embargo, no acudió al armamentismo. Ha acudido a la alianza con el sector empresarial. Nicaragua es hoy medianamente un próspero país centroamericano, con una estable tasa de crecimiento económico y destino ideal para el retiro de pensionados gringos. Su arma: Rosario, además de esposa, es compañera vicepresidencial (debe resultar ameno hacer el amor y, al terminar, solucionar los problemas del país en el lecho conyugal), con sus estrambóticos árboles metálicos que alumbran Managua cada noche, como en perpetua navidad, pero con Scrooge, extraído del cuento de Navidad de Dickens, acechando malignamente para torturar a quien ose ser feliz con la época. Para ello se hizo reelegir con comodidad.

La lista continua. Duterte lo corrobora. “Obama: you can go to hell”. Se requiere “tener pantalones” o una extrema dosis de estulticia para mandar al infierno al presidente de su mayor aliado histórico. Pero “pantalones tiene”. Más de mil muertos por parte de la fuerza pública, desde junio 2016, en una “lucha contra las drogas”, así lo atestiguan. “Ud. puede disparar si se siente amenazado: yo lo respaldo”. Ese tipo de expresiones, adicional a su ya “rica” acumulación de groserías, hacen de Duterte el modelo asiático autoritario después de Xi Jingpin. Obviamente le restan 5 años de período de gobierno, pero nadie duda que el orden constitucional filipino sufrirá embates con Duterte. Su arma: realinearse ideológica y estratégicamente con China. Su “ley”, “autorizar” el asesinato y, por ende, intimidar. Su mayor opositora en el Congreso lo puede confirmar.

¡Ojo!!!! Si está en Pyongyang, no se arriesgue a quedar dormido en una reunión presidida por Kim Jong-un. Puede terminar como un “perro”, fusilado por artillería soviética de los años 50. Piense mejor en una costosa botella de vino francés y un exclusivo queso azul suizo como obsequio para el regordete autoritario líder del ermitaño enclave comunista-hereditario régimen de Corea del Norte, “técnicamente” aún, 50 años después, en guerra con su hermano Corea del Sur. Su afán nuclear ya evidencia efectos. Se detectan daños o malformaciones genéticas en bebes nacidos en la región en la que efectúa ensayos nucleares subterráneos, que han contaminado las fuentes hídricas allí existentes, además de efectos nocivos en los cultivos. Nada de eso importa al repugnante regordete heredero norcoreano. Él es la “ley”. Así lo atestiguan los 10 personajes que, con libreta en mano, lo acompañan a sus constantes visitas, seguramente poniendo en letras el horror generado por ese autoritario régimen que se mantiene durante 3 generaciones.

Independiente de quienes se sumen a esta atípica lista, lo que resulta evidente es la prevalencia de la característica autoritaria, armamentística y uso acomodado de la ley que permea nuestro tiempo. Lo que está en riesgo es, no solo la noción de pax americana y su paulatino repliegue de áreas estratégicas en la geografía política. Pero, lo más preocupante, representa, además, una amenaza a los valores de democracia, mercado y derechos humanos con los cuales se ha construido la western civilization a la cual, como Álvaro Gómez Hurtado lo recuerda en “La Revolución en América”, ingresamos por la vía hispánica.

 

Tagged

Leave a Reply